En 1.858, Charles Darwin y Alfred Russel Wallace presentaron la Teoría de la Evolución en la que la idea central, la selección natural, explica el diseño en la naturaleza. La selección natural sería el proceso por el cual una especie se adapta a su medio ambiente, cambiando para ello su anatomía como forma de evolución que le permitirá tener una mayor tasa de supervivencia y mejorar su grado de adaptación al ambiente.
Teniendo en cuenta esta teoría, ampliamente validada y que prácticamente nadie cuestiona, y mucho menos nosotros, resultan curiosas noticias recientes en las que nos informan de la aparición de un hueso en nuestro cráneo de unos 10 milímetros, que antes no existía y cuya aparición se debería al aumento del uso del teléfono móvil, siendo su función reforzar y ayudar a sujetar nuestra cabeza cuando está inclinada hacia abajo mirando nuestros móviles. ¿Sorprendente, verdad? La vigencia de la Teoría de la Evolución se ratificaría en tiempos proclives a la adicción tecnológica. Aunque en realidad más bien parece que no. No lo sabemos, por lo menos no por el momento.
Pero lo que sí sabemos es que las reglas del juego están cambiando. E independientemente de que termine siendo cierta o no la teoría del nuevo cuerno del cráneo, el hecho clave es plantearse ¿sería síntoma de evolución? ¿Supone una mejor calidad de vida y adaptación a medio-largo plazo que nuestra anatomía necesitara cambiar debido a la adicción tecnológica? Desde nuestro punto de vista, si nuestro organismo realmente tuviese que llegar a generar un nuevo hueso por el elevado número de horas que pasamos conectados al móvil, la respuesta sería: rotundamente NO.
Lo que sí sabemos es que la adicción al móvil está generando serios problemas en el ámbito de la movilidad urbana, habiendo aumentado vertiginosamente el número de atropellos a peatones que van literalmente como “zombies” por las calles de las ciudades, totalmente ensimismados y abstraídos con su smartphone, poniendo su vida en peligro y las de los demás. Tanto es así, que los datos indican que el 98% de los accidentes a peatones están causados por el uso inadecuado y negligente de su teléfono móvil. Esos «selfies al límite» de los que hablamos en un post anterior siguen haciendo estragos.
Aquí sí tenemos una muestra de que un uso inadecuado y abusivo de las nuevas tecnologías no supone una mayor supervivencia ni mucho menos una evolución de la especie.
No obstante, es curioso ver cómo las medidas que se han tomado al respecto están muy lejos de aumentar la concienciación y sensibilización del peatón respecto a los riesgos asociados de un uso inoportuno del móvil. Tanto es así, que las medidas para resolver esta problemática han sido instalar semáforos en el suelo para los adictos al móvil: hay ya instaladas 178 unidades en España y Andorra. Se conocen como “balizas zombies” y están creadas para el peatón que va mirando el móvil, algunas veces también con los cascos puestos, y sin la posibilidad de atender a señales luminosas ni acústicas. ¿No es muy llamativo el punto al que están llegando las consecuencias del uso abusivo de las nuevas tecnologías?
En este mismo sentido, cada vez es más habitual tener que ir caminando por la calle sorteando y esquivando a los numerosos viandantes que van completamente absortos con su móvil, llegando en ocasiones a chocarse con otras personas o con obstáculos que haya en la acera como señales, farolas o marquesinas con carteles. No es de extrañar que si continuamos en esta línea en poco tiempo, y si nos paramos a mirar un poco como vamos por las calles, la escena nos recuerde a algún capítulo de la exitosa serie Walking dead, que bien podríamos retitular como smartphone dead.
Desde Levanta la Cabeza de Funsalud nos resulta importante aprovechar estas noticias para reflexionar sobre el uso que estamos haciendo de las nuevas tecnologías y la educación que se está llevando a cabo en este sentido. ¿Necesitamos un cuerno más en nuestras cabezas para mejorar como especies? ?¿Nos estamos convirtiendo en zombies andantes? ¿Estamos resolviendo el verdadero problema instalando balizas luminosas incrustadas en el suelo para que no seamos atropellados? O por el contrario ¿no lo estamos más bien reforzando? Es muy posible que lo que necesitemos en realidad sea levantar un poco la cabeza, nuestra mirada, ampliar miras y darnos cuenta de todo lo que nos estamos perdiendo por la adicción al móvil.
Os animamos a que reflexionéis con nosotros y dejéis vuestros comentarios e impresiones 🙂 ¡Gracias!
Marta Vicente Álvarez | Psicóloga especialista en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos.