Como ya hemos comentado en anteriores ocasiones, la familia es el principal entorno de socialización, y por tanto, el mejor contexto en el que aprender a relacionarnos y a manejarnos a lo largo de nuestro desarrollo evolutivo. En ella, y a través de nuestros padres, vamos adquiriendo e interiorizando pautas de comportamiento, habilidades para gestionar nuestras emociones así como estrategias y recursos para relacionarnos con iguales y desenvolvernos socialmente. Igualmente, vamos configurándonos como personas, definiéndonos como somos, perfilando nuestra identidad, y estableciendo determinados patrones de conducta más o menos estables. La familia se convierte, por tanto, en el principal espejo en el que mirarse y en el que reflejarse, modelo donde los hijos buscan y encuentran formas de manejar, actuar, pensar, sentir y regularse ante las distintas situaciones, y las irán incorporando según lo que vean en sus figuras de referencia, sus padres.
La tecnología ha irrumpido en nuestras vidas de manera radical, está presente en nuestro día a día, la necesitamos para dar salida a muchas de las responsabilidades diarias y en muchas ocasiones es una herramienta que nos facilita el poder abarcar todo lo que tenemos que hacer. Tiene enormes ventajas en nuestro día a día, pero un uso inadecuado de las nuevas tecnologías puede dar lugar a distintas problemáticas que nadie quiere para sus hijos. Por tanto, es fundamental regular su uso y educar a los más pequeños para una convivencia positiva con la tecnología, en detrimento de relaciones tóxicas y persecutorias.
En este sentido, planteamos a continuación formas en las que integrar la tecnología en la familia de una manera positiva sin que implique ningún modo de funcionamiento o de relación con la misma que pueda suponer un uso inadecuado, con sus consiguientes riesgos:
- Buscar momentos para ver la televisión en familia, en lugar de enchufar la TV a los niños solos. Elegir una película o una serie entre todos y verla juntos en el sofá como única actividad familiar en ese momento. Es decir, el visionado de la película no se solapa con mamá y papá viendo paralelamente su móvil o leyendo un libro. Todo el núcleo familiar ve la misma película y comenta la trama: antes, durante o después. Así se crean espacios familiares de cercanía, donde se comparte, donde se habla y se intercambian opiniones. Planteamos una oportunidad para compartir una actividad y experiencias en vez de una soledad compartida que sería el caso en el que todos están en el salón pero cada uno centrado en una actividad diferente, todos juntos pero aislados. Intentemos frenar el consumo de televisión individualizado y cambiarlos por espacios compartidos en familia, más enriquecedores y saludables.
- Compartir el uso de nuestros móviles con los más pequeños, siempre que hayan superado los dos años de edad, para ver cosas juntos, como por ejemplo algunas fotos de las vacaciones o algún vídeo de familiares o amigos. Se visualizan juntos, con supervisión adulta, y se abre una ocasión para comentar conjuntamente, intercambiar risas, recuerdos o impresiones.
- Una partida al videojuego favorito. De nuevo esta situación se presenta como una oportunidad para, desde lo lúdico, acercarnos a nuestros hijos (sobre todo en la etapa adolescente, cuando tan difícil es encontrar un hueco por el que poder colarnos y que nos dejen adentrarnos mínimamente en sus vidas). En este momento compartido podemos aprovechar para conocer sus gustos y observar sus reacciones, dando opción al debate respecto a ventajas, inconvenientes y riesgos de las nuevas tecnologías, intentando ser lo más respetuosos posibles con sus gustos y preferencias para mantener esa vía de comunicación y no alejarlos de nosotros con una actitud crítica.
- Viajar conjuntamente por internet con nuestros hijos. Ayudar con alguna tarea escolar y buscar información por la red. Igualmente, y a modo de espacio lúdico, buscar información que pueda ser de interés o plantear contenidos que le puedan resultar interesantes como preparar un viaje, visitar ciudades o países viendo fotografías de estos lugares o aprender sobre su cultura… con esta “excusa” tendremos la oportunidad para compartir momentos con él pero al mismo tiempo podemos informar sobre riesgos e ir orientando sobre medidas de protección a tener en cuenta cuando se transita por la red (más información sobre esto en el post Herramientas de control parental).
Desde Levanta la cabeza de Funsalud volvemos a inistir en que la tecnología no puede ser el único ni el principal modo de relación ni de ocio para nosotros como adultos ni para nuestros hijos. Desde la familia, debemos acompañar en su uso y no dejar a los más pequeños solos ante las pantallas, y facilitar ponerles en contacto con otro tipo de actividades de ocio y ocupación del tiempo libre que impliquen relación con iguales, movimiento, intercambios físicos, miradas y sonrisas. Las principales herramientas con las que contamos dentro de la familia para proteger a nuestros hijos de situaciones de riesgo son el diálogo y la comunicación, y por supuesto, el amor. Por tanto, busquemos y creemos vías para comunicarnos con ellos y enseñarles a relacionarse saludablemente.
Marta Vicente Álvarez | Psicóloga especialista en psicoterapia con niños, adolescentes y adultos.